jueves, 24 de octubre de 2013
Otra pareja
Estaban unos metros por delante, en
los escalones bajos de la visera vieja. Ella permanecía detrás de él tomándolo
del hombro izquierdo con su mano izquierda, como haciendo fila en el patio de
una escuela. Era de estatura más baja por lo que supuse que vería nada de lo
pasaba en el campo de juego.
En un avance de los nuestros me
doy cuenta que ellos no siguen el rumbo del partido, sus cabezas permanecen inmóviles
como observando un punto imaginario en la tribuna de enfrente. Cuando me acerco,
con algún gesto de disimulo, sus miradas vacías me disipan la duda, puedo ver también
los bastones articulados que miran, colgados
por un lazo de sus ante brazos derechos.
Sentí entonces que me fui del
partido y de la noche. Un instante antes que la fiera Maxi Rodríguez meta el primero,
veo que ella lo abraza, se cuelga de su cuello casi desestabilizándolo, se
anticipa a la jugada y después del gol, sobreviene un remolino desenfrenado de gritos, abrazos y
movimiento de gente que intercambian caos y lugares sin querer. Quedé perplejo mirándolos,
y comprendí que ellos percibieron el gol, lo olfatearon, lo supusieron. Tal
vez, recibiendo la vibración de lo inminente, tal vez, anhelándolo, pero lo que
tuve claro es que antes que la pelota cruzara la línea de gol, ellos ya lo sabían.
La gente gritaba, saltaba,
cantaba, conformando un coro improvisado de felicidad y pasión futbolera
difícil de razonar. Ellos también, en un ritual supremo de amor, en medio de la
multitud, saltando abrazados en el hueco privado que les facilitábamos,
protegiéndolos. Un mundo dentro de otro mundo, donde es más importante lo que
siente el corazón que lo que los ojos puedan ver.
jueves, 17 de octubre de 2013
Textus interruptus
Empecemos por el postre.
Todo tiene
solución… menos la vida.
Pool de siembra
He intentado cultivar mi espíritu aunque la soja
me da mejores dividendos.
Auto ayuda:
-Aprenda a decir “NO”
-Cállese
-Ok
Última cena
Los doce apóstoles no eran otra
cosa que un comité de crisis.
El negocio familiar
De acuerdo a las experiencias de vida que he curioseado entre distintas personas que se animan a ventilarla, me animo a certificar un refrán popular que dice que “a la familia uno no la elige”, y tal vez sea mi caso. Mi familia es de origen muy humilde. De la parte de mis tíos, enemistados a muerte con mi padre desde no hace tanto tiempo, se criaron en un hogar de un ambiente, vivían bastante apretados, un verdadero desastre ambiental, hasta que el progreso golpeo a su puerta y tiró a patadas la de otros. Mi tío es propietario de la funeraria del pueblo, sus hijos trabajan en el cementerio, uno administrativo y el menor, peón en distintas labores. Mi otro tío, su hermano, se desempeña en la morgue judicial como chofer. Mi finado abuelo, padre de ambos, fue sepulturero, conocido como “Pablo, el enterrador”, oficio lejano y estable. El tercero de sus hijos era policía, le decían “gatillo sensible” y murió en circunstancias jamás esclarecidas. No era gente de asistir a los velorios, por distintas razones muy atendibles. Mi abuela (Dios la guarde) fue partera y su única hija, pitonisa, de las que leen el futuro en el tarot. Tuvo un hijo de padre desconocido (NN). Estudió y fue abogado, hizo una carrera brillante y hoy es juez. Todos, eximios tiradores con armas de distinto calibre y modelo, incluida mi abuelita. Una extraña línea de producción. Se puede decir que son parte detonante de la evolución de la especie humana, de principio a fin, de la era geológica de la pólvora. La parte restante de la familia, vivimos en un pueblo de otra provincia, no puedo dar cuenta de cuál porque somos testigos protegidos por el estado.
martes, 1 de octubre de 2013
Patio de comidas rápidas.
Mesas en la
vereda
Nos sentamos a
beber en el bar de siempre, a la hora de siempre, en la mesa de siempre al
despuntar la tardecita, un nuevo capítulo. Vemos pasar la gente de siempre, no
es que sean los mismos pero coincidimos en que esa gente se ve igual a otros
detrás del mostrador. Incluso las chicas que miramos con inaccesible lujuria
después del tercer porrón.
Por un lado,
un vaso medio lleno y por el otro, un vaso medio vacío, así es la contienda sin
piezas de ajedrez y sin el juego estudiado. La charla deriva en saber que la
verdad no está en ningún lado. Al final de la perorata, paga el que puede
balbucear para que traigan la cuenta.
Nos retiramos
solo cuando el mozo nos asegura que es viernes, porque el sábado es no laborable
en la administración pública. Lo bueno de los viernes es poder deducir que al
otro día no es lunes.
Si no lo creo,
no lo veo.
Veo algo en
una fotografía, pero cuando me la explican no es lo que vi.
El origen (de todo)
En el principio, el todopoderoso había creado
el cielo y la tierra, regó entonces el suelo con nutritiva sabia de nubes, y
logro un manto de hierba y trigales que se extendía hasta el horizonte. De
inmediato, creyó que el mundo estaba vacío, como él mismo se sentía y dijo:
-Necesito una
compañía para mi soledad, a mi imagen y semejanza para poblar luego la tierra y
prosperar. Así sea.
Después de pulir algunos detalles, por fin,
Dios concibió al perro.
Control de alcoholemia.
Anoche, al regresar borracho de una reunión con amigos, encontré la cocina hecha un chiquero. Vajilla y cubiertos sucios
junto a restos putrefactos de comida. El jarro de leche destapado y lleno de
moscas. Grité, acusé, maldije y prometí venganza. Ésta mañana, cuando
pasó la resaca, de nada me sirvió disimular ante mí mismo porque vivo solo como
un perro.
Horóscopo
Hoy va a ser un día genial, como pocos.
Muchas personas van a pensar lo mismo. Anticípese a todos, adelántese, sorpréndalos
y váyase a la puta madre que lo parió. Antes que salga a la calle, se suba al
automovil y otros se lo exijan.
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