sábado, 1 de marzo de 2014
Códigos
de caballero
El viernes soñé con vos, lo sé
porque desperté con tu sabor en la boca, aunque no recuerdo qué. Al otro día por
la tarde me bañe como cada sábado (estoy seguro porque olía bien), pero no puedo
recordar el momento cuando me caía el agua o si me enjaboné y si me entró champú
en los ojos, ni siquiera si me seque. Luego me vestí, supongo, y salí a
buscarte. Tampoco recuerdo los pormenores de como llegué a tu casa, si fui en taxi
o en mi coche. Sé que fuimos al cine pero olvide que película vimos, si fue
otro bodrio de Hollywood de tu elección y si comimos pochoclo o tomamos Pepsi, aunque
me parece raro porque no suelo hacer esas porquerías por más que sea una
comedia con Cameron Díaz y Ben Stiller. A la salida alguien me saludó pero no me
acuerdo quién era o de donde lo conozco.
Después fuimos a cenar a un
restaurant de la avenida Pellegrini, lo sé porque guarde la factura. No
recuerdo que comimos porque ignoré el detalle pero el importe fue excesivo. Tampoco
se del postre, solo el malestar del domingo y un limón exprimido que encontré sobre
la mesada de la cocina, lo que indica que algo me cayó mal. Debimos haber
tomado vino blanco o la famosa gaseosa que afloja tornillos oxidados y que
tanto te agrada. Lo que recuerdo perfectamente es que fuimos a tu departamento y preparaste
un horrible café instantáneo. Callé para
no arruinar lo que vendría. Al rato empezamos a besarnos en el sofá grande e
hicimos el amor salvajemente, como cada madrugada de domingo. Atesoro en mi
memoria esas explosiones de sensualidad, cada caricia, tu mirada lasciva. Si
alguien preguntara, diría la cantidad de besos que te di, a qué hora nos
quitamos la ropa y la música que escuchamos, también el instante preciso de la
erección, que no use preservativos y el pulso de las penetraciones. Las guarangadas
que siempre te susurro al oído, cuando comenzamos a sudar, los gemidos, la
respiración a punto de estallar y el orgasmo al mismo tiempo. El instante en
que el amanecer entro por la ventana, los arabescos del humo del cigarrillo y cuando
nos dormidos abrazados, aunque siempre es preferible no entrar en detalles.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
:) realmente, bello.
ResponderEliminarGracias señora, y gracias también por pasar. Saludos.
Eliminar:) realmente, bello.
ResponderEliminarA eso se le llama memoria selectiva. O yo diría que memoria inteligente, porque recuerda sólo lo realmente importante.
ResponderEliminarMuy bello el texto
Un abrazo
El personaje solo recordaba que se bañaba porque era sábado y los momentos de acción amorosa. El resto, para qué? Gracias por estar siempre presente Alis.
EliminarRecordar lo importante es básico, o memoria selectiva, me ha gustado.
ResponderEliminarUn beso